Asesoramiento[1] Individual
FASES DEL ASESORAMIENTO INDIVIDUAL[2]:
- Comienzo y clarificación de expectativas.
- Establecer la relación y el diagnóstico.
- Explorar y descubrir alternativas.
- Fijación de metas.
- Planificar y fijar un plan de acción.
- Recogida de datos.
- Seguimiento y evaluación.
- Finalizar el proceso.
CONTRATOS DE CONTINGENCIA:
El objetivo final de cualquier contrato de contingencia es ayudar a un estudiante a que pueda aprender a gestionar su propia conducta a través de contratos fijados por él mismo. Si esa capacidad de establecer contratos está solo en manos de orientadores, padres o profesores, entonces un estudiante jamás puede aprender a ser independiente y siempre dirigirá su mirada hacia “otros” para que le solucionen los problemas que le plantea la vida.
Aunque el asesoramiento, concebido individualmente, es un modelo que se ha mostrado útil en la resolución de problemas, lo cierto es que es un auténtico lujo en las escuelas.
Myrick (1993) contempla tres tipos de tópicos o descriptores utilizados para organizar el asesoramiento en pequeños grupos.
- Centrado en crisis
- Centrado en problemas
- Centrado en el desarrollo
Es muy útil para los orientadores compilar unos ficheros o listados de recursos para diferentes grupos. El compromiso de los orientadores es renunciar a una serie de roles como autoridad, consejero y solucionador de problemas y, por el contrario, convertirse en profesionales que estimulen, motiven, enseñen habilidades, realicen intervenciones eficaces y confíen en la posibilidad de que los miembros de un grupo se ayuden unos a otros.
Si se les da la oportunidad de aprender a escuchar, mostrar empatia, tomar decisiones, solucionar problemas, ser conscientes de su propio “yo” y asumir tareas de responsabilidad, los estudiantes pueden utilizar esas habilidades a lo largo de sus vidas y así poder solucionar sus problemas por sí mismos, de forma independiente.
FACILITAR UN LIDERAZGO DE CALIDAD PARA UN APRENDIZAJE DE CALIDAD
Participar en una experiencia de grupo les ofrece la oportunidad de aprender una serie de competencias como escuchar de forma empática, pensamiento crítico, expresión de sentimientos, solución de problemas y sentido de la responsabilidad y habilidades de autogestión.
Ante el reto que supone el nuevo milenio, los estudiantes tendrán que tener una serie de competencias, a saber, habilidades de comunicación, toma de decisión, trabajo en equipo, pensamiento creativo, solución de problemas, fijación de metas, pensamiento crítico y habilidades interpretativas. Los estudiantes pueden aprender estas competencias mediante el asesoramiento grupal, aplicarlas durante las sesiones de grupo y transferirlas, después, a la vida fuera del grupo.
Caben destacar tres programas dedicados a alumnos de educación secundaria:
- “Tengo que decidirme ” de Álvarez (1991).
- “Decide en la ESO” de Rodríguez Moreno (1994).
- “Toma la iniciativa”, de Delgado (1995).
En aquellos centros donde se implantan programas de orientación comprensivos, profesores y orientadores trabajan juntos para llevar a cabo las distintas unidades curriculares que se han diseñado. Estas unidades están adaptadas a la población escolar y a las necesidades de desarrollo e intereses generales de los estudiantes.
En esta situación, al orientador le corresponde, al menos, dos roles fundamentales. Como coordinador general del programa, se convierte en colaborador y consultor de los profesores a la hora de fijar los contenidos curriculares que se llevarán a cabo en las clases de los alumnos. Como experto en orientación, constituye un recurso imprescindible para los profesores, lo que le permite ofrecer una dirección o norte en el programa de orientación.
Lista de elementos clave de la consulta:
- Es iniciada, bien por el consultante o por el consultor.
- La relación está basada en una auténtica comunicación.
- Los consultantes pueden ser profesionales o no profesionales (por ejemplo, padres).
- El consultor ofrece servicios indirectos a una tercera parte implicada: el cliente.
- El consultor ofrece servicios directos a los consultantes ayudándoles a fomentar toda una serie de destrezas o habilidades que, a la larga, les harán independientes del consultor.
- Los tipos de problemas que se contemplan están relacionados con el trabajo que se desempeña.
- El rol del consultor varía según las necesidades del consultante.
- El consultor puede tener su base de acción dentro de la organización del consultante o fuera de ella.
- Toda la comunicación entre consultor y consultante es confidencial.
El carácter procesual de la consulta:
La demanda/problema de intervención que se le pedía al orientador o al profesor con respecto a un estudiante estaba en su origen más necesitada de atención en el contexto, familia o staff del centro que en el propio estudiante. En esta situación, la consulta constituye una de las funciones primordiales de los orientadores, sobre todo en los niveles de educación primaria.
Mejorar las relaciones padres/hijos o profesores/alumnos a través de la consulta puede tener un efecto más intenso sobre el alumno que la relación de asesoramiento individual. Debido a los retos cada vez más complejos con que se enfrentan los educadores, especialmente los profesores, el rol de consulta del orientador está adquiriendo cada vez más un notable incremento.
Dentro del proceso de consulta existen tres tipos básicos:
- Consulta de crisis: en donde el consultor/orientador trabaja con un consultante que está experimentando un problema urgente.
- Consulta remedial: donde el consultante puede no estar experimentando una situación de crisis, pero percibe que ésta se puede producir a menos que se tome algún tipo concreto de acciones.
Consulta de desarrollo: en este tipo de consulta se insiste más en crear unas condiciones facilitadoras que mejoren el entorno de aprendizaje como parte integrante del proceso madurativo del estudiante.
Como la meta de la consulta es solucionar un problema (conductual, actitudinal o social) o una determinada actuación profesional, el cambio es abiertamente esperado por los dos participantes principales (orientador y consultante) con respecto a una tercera parte (el cliente).
Modelos de consulta:
a) El enfoque de salud mental
En este paradigma, el consultor interactúa con el consultante para ayudar a una tercera persona llamada cliente que está pasando por un determinado problema.
b) El enfoque conductual
El proceso de consulta implica un conjunto de pasos claramente definidos mediante los cuales el consultor ayuda al consultante a analizar el problema, los aspectos antecedentes, secuenciales y consecuentes, considerar estrategias alternativas para cambiar al cliente, obtener un registro de la conducta del cliente, llevar a cabo una estrategia de cambio y evaluar todo el proceso de la consulta según los cambios experimentados por el cliente a lo largo del curso o período escolar.
Cuatro estadios básicos (Bergan y Kratochwill, 1990):
a) Identificación del problema, con los siguientes objetivos:
- Especificar los problemas que se van a abordar.
- Describir cada problema en términos conductuales.
- Identificar las condiciones del entorno.
- Frecuencia, intensidady/o duración de cada conducta.
- Procedimientos de recogida de datos.
- Fecha para la siguiente entrevista.
b) Análisis del problema
c) Ejecución del plan.
d) Evaluación del problema.
c) El enfoque de la defensa
Los orientadores actúan como defensores cuando se unen con su cliente para estimular, apoyar y defender una causa en nombre de ese cliente, que puede ser un individuo, o bien, más a menudo, un grupo o poblaciones especiales. Este modelo, pues, abarca una serie de servicios de ayuda que se ofrecen a individuos y grupos mediante información, interacción terapéutica y consulta para mitigar las injusticias sociales, psicológicas o educativas e impedir que circunstancias parecidas ocurran en el futuro. Podemos distinguir distintas categorías:
- Defensa del estudiante.
- Defensa de la familia.
- Defensa del profesor.
- Defensa de la salud mental.
- Defensa de la escuela.
- Defensa de la comunidad.
d) El enfoque del desarrollo de la organización
En este modelo se subraya básicamente el contexto donde surgen y se identifican una serie de problemas. Los problemas que presentan alumnos y/o profesores se ven como indicadores de los problemas propios de una organización, es decir, la existencia de un deficiencia en las dinámicas interpersonales de la escuela. Por tanto, el rol del consultor (por ejemplo, el orientador) consiste en mejorar el clima del centro educativo trabajando con todos los miembros de la organización.
Tres modos de abordar un trabajo en una organización (Schein, 1987):
- Consulta como experto.
- Consulta médico-paciente.
- Consulta de proceso.
La consulta de proceso (por ejemplo, ayudar al consultante a analizar y mitigar sus propios problemas) es el procedimiento más beneficioso y efectivo.
En este enfoque de consulta, el énfasis de la intervención se traslada desde el contenido del problema a la solución del mismo.
El punto de partida es que la única forma de llegar a una solución verdaderamente factible dentro de una organización es implicar al cliente- consultante en el proceso de diagnosticar el problema y generar soluciones. Este modelo aconseja una relación colaboradora entre consultor y consultante, donde el primero facilita el proceso de exploración e intervención del segundo en los problemas de la organización.
Para que las organizaciones puedan diseñar y llevar a cabo estrategias para el cambio, necesitan comprender y evaluar su propia cultura. De vital importancia para la cultura del grupo son los principios subyacentes que la sustentan. Estos principios constituyen la forma en que los miembros individuales perciben, piensan, sientan y se comportan.
e) El enfoque adleriano
A través de la consulta individual y grupal, el consultor enseña a padres y profesores aquellos procedimientos que se han mostrado eficaces para estimular y fomentar conductas positivas en el estudiante.
Un modelo ecléctico de consulta en la organización escolar:
Las funciones que les corresponde desempeñar a los orientadores en la reforma educativa:
- La de consultor-educador de profesores si queremos que éstos se impliquen en la acción tutorial y orientadora.
- La de consultor-educador de padres como agentes importantes en el proceso orientador de sus hijos.
- La de consultor en la organización educativa y en la comunidad.
Descripción de los parámetros:
- Meta de la consulta: la principal meta de la consulta no es sólo ayudar al consultante a solucionar un determinado problema, sino también ayudarle a mejorar sus habilidades para que pueda enfrentarse en el futuro a problemas semejantes de forma más efectiva.
- Relación en la consulta: Es absolutamente voluntaria y colaborativa por naturaleza.
- Rol del consultor: Se espera del consultor una función más catalizadora o facilitadora.
- Rol del consultante: para que la consulta sea efectiva, los padres, profesores o administradores implicados tienen que comprender lo que se espera de ellos y cómo actuar en todo el proceso a seguir.
- El proceso de la consulta: toda consulta incluye un proceso para construir la relación necesaria, un tiempo para definir el problema, la ejecución de un plan, un componente de evaluación y una fase de finalización.
- Habilidades de comunicación del consultor: La investigación indica que el consultor tiene que comunicar empatia, congruencia y positividad hacia el consultante a lo largo de todo el proceso que dure la consulta.
El modelo de intervención ideal de un orientador en un centro educativo para satisfacer las necesidades de los estudiantes es el modelo de programas.
Para optimizar la escuela como organización los orientadores tienen que:
- Fomentar la integración en el currículum del estudiante de todas aquellas habilidades-de-vida que éste necesita.
- Implicar a “otro personal” en un equipo para ayudar a estudiantes necesitados.
- Conectar con la comunidad para ayudar a estudiantes en dificultades.
- Comprometer al profesorado para satisfacer las necesidades sociales y afectivas de los estudiantes (usuarios).
El hecho de diseñar programas de “orientadores entre iguales” le permite al orientador que sean los propios estudiantes quienes sean proveedores de las necesidades de otros estudiantes.
Los estudiantes en sus roles de ayuda:
Aunque a la utilización frecuente de los estudiantes como ayudantes del staff todavía le falta abundante estudio e investigación, la realidad indica que algunos beneficios se están observando en la vida cotidiana escolar.
El número y variedad de programas en los que un estudiante tutela a otro estudiante se ha ido incrementando. Sin una adecuada formación el rol de tutor será limitado y concebido como el de un “capataz”. La participación en un programa de formación donde aprenden cómo construir relaciones de ayuda y cómo estimular al que están tutelando es vital.
Algunos estudiantes se sienten fuera del sistema escolar y solos porque no han vivenciado el valor de la amistad. ¿Hemos pensado en la importancia que tienen las jornadas de bienvenida a los estudiantes cuando pasan de un ciclo educativo a otro? A estos estudiantes se les podría asignar un peer facilitator que se encargaría de enseñarles el centro y presentarles a otros estudiantes.
Los peer facilitators pueden ser entrenados para ser líderes eficaces de un pequeño grupo (de 4 a 6 miembros). Con su ayuda, la mayoría de los estudiantes pueden participar en las actividades de clase y sentirse partícipes en los procesos de aprendizaje (si se les solicita su liderazgo desde los profesores) o bien vivenciar procesos de intercomunicación y relación personal (si se les solicita el liderazgo por parte del orientador).
Programas de “Orientadores entre iguales”
Los servicios ofrecidos por estos estudiantes de secundaria son básicamente orientación y tutoría en asuntos escolares y asesoramiento individual y en pequeños grupos. Su labor se ha mostrado eficaz en la mejora del autoconcepto, en la ayuda a los estudiantes de nuevo ingreso a ajustarse al contexto del centro, asesoramiento vocacional, aumentar la motivación y el interés.
— Programas en centros de educación primaria:
En los programas de formación se contemplan tres fases:
- Preformación, que incluye un análisis de necesidades del medio y el proceso de selección de los peers facilitators.
- Formación, que abarca entre 30 y 45 horas sobre temas como habilidades de comunicación y actividades experienciales en grupos.
- Postformación, que incluye tareas concretas que los peers facilitators llevan a cabo como resultado de su formación y en respuesta al análisis de necesidades realizado anteriormente, así como una evaluación continua de la eficacia del programa.
Áreas en donde los programas de formación de peer facilitators y su acción correspondiente se muestran más eficaces, cabe destacar:
- Mejora en le rendimiento académico.
- Mejora en las actitudes hacia uno mismo, los otros y la escuela.
- Fomento de conductas socialmente aceptables.
- Mejora en las habilidades de adaptación.
Hacia un programa comprensivo de “Orientadores entre iguales”
Cada programa de peer facilitators es único. Tiene sus propias características que dependen de los estudiantes y de los profesionales que participan en su diseño. Cada uno tiene su propia organización y su contenido de formación. Los programas de peer facilitators -que son parte de los programas de orientación y son diseñados para colaborar en la consecución de las metas y objetivos que el profesional de la orientación se ha fijado-. Fases:
- Fijarse unos cometidos.
- Diseñar un plan de acción.
- Conseguir apoyo.
- Seleccionar a los estudiantes “facilitadores”.
- Formar a los “facilitadores”.
- Llevar a cabo y supervisar el programa.
- Evaluar el progreso del programa.
1. Fijarse unos cometidos.
La finalidad última del programa de peer facilitators es mejorar el aprendizaje del estudiante, tanto en lo académico como en los personal. sí finalidades serán:
– Enseñar habilidades de adaptación y comunicación.
- Ofrecer oportunidades de aprendizaje.
- Mejorar las relaciones entre los compañeros.
- Incrementar el hábito de la toma de decisiones.
- Mejorar el clima de aprendizaje de la clase.
- Movilizar recursos humanos.
Los objetivos del programa nos ayudan a fijar la sprioridades del programa, así como a seleccionar los materiales apropiados, las actividades y las habilidades que tienen que ser enseñadas. Lógicamente constituyen la base para evaluar el impacto y los resultados del programa.
Hay tres áreas conceptuales y de habilidades a las que se tiene que prestar una especial atención en la preparación de los estudiantes:
1a ¿Qué es una relación de ayuda.
2a ¿Qué es lo que puede hacer una persona para “facilitar” en otros la expresión de sus ideas y sentimientos?
3a ¿Cuáles son las habilidades de toma de decisión que conducen a una acción responsable?
- Diseñar un plan de acción.
¿Quiénes serán entrenados como facilitadores? Lo que verdaderamente interesa es no sólo quiénes serán los estudiantes elegidos, sino también las características personales que debería tener todo estudiante que es seleccionado para ser facilitador.
¿Cuántos facilitadores? Las experiencias prácticas reflejadas en la literatura aconsejan que tratándose de estudiantes de primaria el grupo de formación estaría compuesto por 6-8 estudiantes, y si se trata de estudiantes de secundaria el número por grupo se ampliaría entre 18-24 estudiantes.
- Conseguir apoyo para el programa
Para poder llevar a cabo el programa necesitamos el apoyo de diversas audiencias tanto internas como externas al centro, a saber, padres, profesores, estudiantes, administración.
- Seleccionar a los estudiantes facilitadores
Es imprescindible que los estudiantes seleccionados participen en la experiencia de forma absolutamente voluntaria.
- Formar a los facilitadores
Especificar las sesiones de entrenamiento a las que se someterán los facilitadores. Las sesiones de formación tienen una duración aproximadamente de 30-45 minutos cada una y de forma ideal las 20 sesiones.
Las sesiones están organizadas entres fases: inicial o de comienzo, intermedia y avanzada. La inicial se hace especial hincapié en las relaciones de ayuda y algunas habilidades básicas para ser un “ayudador amistoso”. Las sesiones intermedias fomentan habilidades de comunicación y de solución de problemas. Las últimas para proyectos más avanzados.
- Llevar a cabo y supervisar el programa
Una vez los estudiantes han sido formados como facilitadores, al menos en la fase inicial es tiempo ya de poner a funcionar sus nuevos conocimientos y habilidades en los proyectos de sus centros correspondientes.
La supervisión es un componente esencial de un programa comprensivo de peer facilitators. Cuando se le ofrece la supervisión de su trabajo, los estudiantes facilitadores continúan fomentando el perfeccionamiento de sus habilidades. Se sienten más apoyados y menos sólos.
Posibilidades y limitaciones de los programas de “Orientadores entre iguales”
La principal limitación que presentan los programas de “estudiantes que ayudan a otros estudiantes” es el tiempo que le exige al orientador tanto en tareas de formación como de coordinación.
Principales ventajas:
- Ayuda a aprender habilidades de liderazgo.
- Estimula a sentirse activamente implicados.
- Llegan a un número mayor de estudiantes.
- Es un programa cuya existencia se nota en el centro, “se ve”.
- Moviliza muchos recursos en el centro escolar.
- Los programas de formación son tratamiento para algunos estudiantes.
- Es una experiencia muy positiva para el coordinador y/o formador.
- Es uno de los mejores programas de desarrollo del staff que los orientadores pueden vivenciar.
- Está basado en las teorías evolutivas del desarrollo.
- Ayudan a construir entornos más positivos.
Este modelo de intervención indirecta, como hemos visto, se puede utilizar con estudiantes pertenecientes a todos los niveles educativos.