A fin de evitar problemas de disciplina intentaremos mejorar la dinámica de la clase teniendo en cuenta:
La distribución de las mesas y los cambios periódicos de los alumnos. Es bueno que no estén siempre sentados en la misma mesa, sino que el lugar sea rotatorio, pues así se van conociendo todos y de este modo a veces se evita conductas disruptivas.
Tener el material común ayuda a la cooperación.
Ordenar la clase de forma que puedan realizar actividades complementarias, como pueden ser: talleres de biblioteca para la lectura, juegos (construcciones, puzzles, casa de muñecas, cocina, lugar para disfrazarse, taller de pintura, tapices), estando el maestro atento para que cuando uno de ellos deje de interesar sea substituido por otro.
No hacer seguir a todos los niños el mismo programa, sino ponerlo a su nivel
Realizar actividades individuales (cada uno su propio trabajo) de pequeño grupo (por ejemplo los de la misma mesa) y de gran grupo (cuando se realiza una actividad, que intervengan todos: mural gigante, representación teatral, canto coral … )
- Se puede tener en cuenta las fechas importantes de los niños (santos, cumpleaños), hacer un poco de fiesta, felicitarles, cantar canciones y entre todos hacerles un dibujo de regalo y coronarles rey de aquel día.
- Tener contacto con los padres explicando la estructuración de la clase y la dinámica que se sigue a nivel general y particular.
- En el momento de organizar la clase es conveniente establecer unas normas claras que puedan interpretarlas bien los niños; evitemos darlas de forma negativa (no se puede correr, no se puede gritar). Es más conveniente decir: «entrad en orden», «hablad bajito». Es bueno también establecer cargos para crear responsabilidades.
Sugerencias para el buen funcionamiento de la clase:
Crear un clima de confianza;
explicar el porqué de las cosas;
aceptar las sugerencias de los niños;
explicar derechos y deberes dentro de la clase;
conseguir un tono de voz equlibrado, sin gritos por parte del maestro;
respetar la creatividad y la iniciativa del niño;
motivar y orientar a los niños;
lograr un conocimiento individual del niño y de la familia
conocer las preocupaciones del alumno y responder a ellas;
actuar de forma no ofensiva y meramente descriptiva, frente a los comportamientos disruptivos;
– intentar adecuar los programas escolares y adaptarlos a su realidad específica.
Muchas veces se logra controlar el comportamiento social, más en razón de consecuencias adversas que de un refuerzo social positivo. No es de extrañar que los niños en tal ambiente vayan acumulando déficits de enseñanza y se vuelvan totalmente negativos.
Gran parte de las peticiones de ayuda externa que hacen los maestros tiene como origen problemas de conducta antes que de dinámica. Un buen sistema de dinámica mejora ciertos tipos de conducta. Vamos a citar aquí algunos:
Mantener un sistema de cargos a fin de que puedan realizarlos según sus preferencias y de acuerdo con su esfuerzo, teniendo también en cuenta sus necesidades, para que sean más participativos, corrigiendo la hiperactividad y procurando más movilidad a quien la necesite.
Los cargos pueden ser:
Responsable de repartir el material.
Responsable de regar las flores.
Encargado de la biblioteca.
Encargado de registrar el tiempo.
Responsable de borrar la pizarra.
Responsable del orden y limpieza de la mesa,
Encargado del área de juego.
Si el alumno cumple bien los cargos, hacerlo notar y aprobarlo entre todos los compañeros mediante aplausos, comentarios positivos del maestro o bien darle algún premio material o distintivo.
Para los que precisen de un refuerzo especial, pero que sean de interés y a la vez motivadores:
fichas divertidas, tipo juego;
lectura de cuentos;
taller de pintura;
arreglar el jardín.
Estos trabajos evitan el levantarse, hablar, molestar a otros.
Si sabemos poner a su disposición todo el material que les mantiene ocupados, esto ayudará a que los que necesiten más tarea, sepan qué hacer cuando la terminen y a los que por su ritmo lento o por sus dificultades necesiten la atención directa del maestro, éste les podrá atender, sin necesidad de gritar, castigar o estar incómodos en la clase.
También se puede ayudar a los alumnos más lentos a través de agrupaciones flexibles (agrupándoles según sus necesidades esporádicamente).
Intentar inculcar hábitos de trabajo regulares siguiendo una normativa, sin ser demasiado estrictos ni demasiado permisivos. En términos generales, los hábitos adecuados a esta etapa pueden ser:
Psicomotores:
dominio de la mano,
coordinación corporal,
autonomía en el vestir,
calzar …
Intelectuales:
razonar,
diferenciar,
comprender,
asociar …
Morales:
responsabilizarse,
perseverancia,
ayuda,
convivencia.
Sociales:
limpieza,
colaboración,
relación,
comunicación.
Los hábitos en esta edad deben ser presentados de forma muy motivadora, y hay que limitar su número. El maestro intentará que se cumplan bien, reforzándolos positivamente y no transigir.
Exponemos unos cuantos hábitos que son primordiales para el buen funcionamiento de la dinámica de clase a lo largo de todo el período.
saber ir al WC a horas determinadas y no interrumpir la marcha de la clase, levantándose sin necesidad;
lavarse las manos: enjabonarse bien, aclararse y secarse;
lavarse los dientes después de comer;
taparse la boca cuando se estornuda y girar la cabeza;
aprender a usar correctamente el pañuelo;
acostumbrarse a usar la papelera;
limpiar las mesas después de las actividades de expresión plástica.
Hábitos de autonomía personal y organización:
repartir material escolar: lápices, pinceles, folios;
ordenar y dejar en su lugar juegos y trabajos;
colocar bien las sillas sin hacer ruido;
ser cuidadoso con los libros y el material;
utilizar los materiales de la clase según la función que tengan;
colgar la ropa adecuadamente;
trabajar en el lugar asignado;
entrar y salir de clase en un cierto orden;
cumplir los cargos que se les haya asignado o hayan elegido.
Hábitos de comunicación y relación:
llamar a la puerta antes de entrar;
pedir las cosas por favor y dar las gracias;
circulación correcta por la escuela, sin prisas;
evitar gritos y ruidos fuertes;
respetar a los compañeros;
escuchar a los demás;
hacer intervenciones a su debido tiempo;
dar respuestas a las preguntas;
esperar que el compañero acabe para poder hablar;
compartir los juegos y los materiales;
admitir a otros niños en los juegos;
comprender que no siempre han de ser los primeros o ganar;
no empujar para conseguir las cosas;
estimularlos para que se ayuden mutuamente;
fomentar un trato afectuoso entre ellos.
- Hábitos de trabajo:
interiorización del silencio;
gusto por el trabajo;
atender a las explicaciones del profesor y escuchar a sus compañeros.
A medida que los alumnos vayan asimilando estos hábitos, la dinámica de la clase será más fluida y desaparecerán las conductas disruptivas.
La prioridad de los hábitos es privativa de cada profesor, hemos hecho una enumeración extensa a título referencial. Somos conscientes de que son la base de una buena disciplina.
En algunos casos, para mejorar algunas actuaciones, se puede recurrir a un sistema de correctivos y sanciones, pero teniendo en cuenta que se debe penalizar el comportamiento, y no a la persona:
el correctivo debe ser inmediato, adecuado, consistente y claro;
se debe variar el tipo de correctivo esporádicamente;
debemos evitar la venganza;
el maestro no debe perder nunca el control;
es conveniente hablar del problema con todos los niños.
De manera particular podemos:
– dar avisos; dar reprimendas; retirar la aprobación;
retirar privilegios, hacer perder el cargo semanal o quincenal que tiene un alumno asignado.
En algunos casos han dado resultados las siguientes estrategias:
Cuando el problema de la disciplina es colectivo, apagar las luces o bajar las persianas y quedarse callado.
Comunicar que se está enfadado, darles la espalda a los niños y esperar a que se callen (esto en los más pequeños).
Dejar de hablar y esperar que se tranquilicen o bien no responder a ninguna pregunta.
Hacer un dibujo abstracto en la pizarra, con figuras geométricas cuyo significado no capten de momento. Esto hace que presten atención a la pizarra y se callen
En caso de un alumno de conducta esporádicamente disruptiva se le podría conducir a otra clase para que se calmara o hiciera el trabajo solo.
Si el conflicto ya sobrepasa el ámbito escolar es preciso orientar a los padres para que lo lleven al médico,
psicólogo… según sea de su competencia.