CUENTO 1° – CUENTO 4°

CUENTO 1° - CUENTO 3°

 

LA DIADEMA (Resumen)
(Cuento de la China)

Aspectos pedagógicos: Objetivos que podemos conseguir con el cuento:

Descubrir que es más valioso lo que se consigue por el propio esfuerzo que aquello que no nos cuesta nada.

Valorar los propios deseos como posibles o imposibles.

Llegar a la conclusión de que el respetar condiciones previas es más positivo que el no tenerlas en cuenta.

Material.- No es necesario ninguno. Podría ambientarse con algún elemento chino (abanico, dibujos). Un vaso de agua y una paja (para hacer burbujas).

Desarrollo del cuento:

«Hace muchos, muchísimos años, en la lejana China, vivía un emperador muy rico y poderoso. Tuvo una única hija y le daba todo lo que le pedía, era la princesa más consentida del mundo.

Tantas cosas tenía, y tantísimas cosas le concedían que un buen día aburrida se paseaba por los inmensos jardines de palacio. Como no tenía más que pedir y su poderoso padre se lo daba todo, daba vueltas y más vueltas y ya no sabía qué pedir para distraerse.Devonn

Fastidiada se sentó junto a una fuente que tenía un precioso surtidor, quedóse ensimismada contemplando el agua saltarina y las filigranas que entrelazaban las juguetonas gotitas de agua. De pronto se admiró de la hermosura de aquel ir y venir del agua y de los dibujos increíbles que conjugaban al caer en la taza de la fuente y sin pensarlo más salió corriendo hacia el palacio.

  • Papá, papá! -le dijo así que se halló en su presencia-. Hay una cosa que quisiera tener, es mi ilusión.
  • Nada deseo más que complacerte, hijita, y tus deseos serán órdenes que se cumplirán.
  • Quisiera poseer la joya más hermosa que ninguna princesa haya podido tener jamás, quiero tener la diadema más hermosa que he visto…
  • Concedido -la interrumpió el emperador, al tiempo que golpeó el gong con fuerza.

Cuando los criados estuvieron en su presencia, les ordenó:

  • ¡Traedme al orfebre imperial inmediatamente!

Los servidores cumplieron su cometido y el emperador le dijo:

  • Quiero una joya especial, una diadema única en el mundo.
  • Mis ayudantes y mi taller están a tu disposición, señor.
  • Sígueme -le dijo la princesa, saliendo al jardín y dirigiéndose a la fuente señaló con el dedo las burbujitas que hacía el agua.
  • ¡Eso! -dijo, solamente.
  • ¡Eso!, ¿qué? -preguntó el emperador que no acababa de comprender.
  • Está bien claro -dijo la princesa con impaciencia-. Quiero una diadema que en lugar de rubíes o perlas o brillantes, que son piedras vulgares, tenga eso, burbujitas.
  • ¿De agua? -preguntó incrédulo el orfebre.
  • Pero, esto es impos… -iba a exclamar el emperador, pero calló porque para un emperador tan importante como él nada hay imposible.
  • ¡Pero si esto es imposible! —exclamó el orfebre.
  • Bien -sentenció el emperador- si hasta ahora ha sido imposible, ahora va a ser posible y tú lo vas a fabricar, y si no la construyes irás a la mazmorra.

Como el orfebre no pudo hacer la diadema, tuvo que ir a la cárcel.

El emperador dictó un bando prometiendo colmar de riquezas y honores al orfebre que fabricara la diadema que pedía la princesa y amenazando con la cárcel si fracasaba.

Los orfebres de todo el reino probaron suerte y ninguno de ellos se libró de la mazmorra. El bando del emperador llegó a los países vecinos y de nuevo más y más orfebres probaron fortuna; no consiguieron otra cosa que acabar en la cárcel.

El emperador tuvo que poner más impuestos porque necesitaba alimentar a muchos prisioneros y también tuvo guerras con los reyes vecinos, ofendidos por quedarse con sus orfebres. Todo ello costaba dinero y sus vasallos tenían que pagar más y más impuestos. Estaban hartos de la diadema, de la princesa y del propio emperador.

¡Pobre emperador! No sabía cómo salir de aquel barullo. Había dado su palabra de emperador y ya empezaba a desesperarse cuando le presentaron a un jovencito mal vestido que se pavoneaba de poder cumplir los deseos de la princesa.

  • Si es verdad que puedes hacer la diadema te colmaré de riquezas y de honores.

No, no quiero tanto, me conformaré con una moneda de oro.

¡Caramba!, qué poco, ¿sólo eso?

  • Para mí sí, pero pongo tres condiciones: la primera, que soltéis a todos los orfebres presos.
  • ¡Concedido! -exclamó el emperador que vio la manera de solucionar su problema sin perder el honor de emperador.
  • La segunda que quitéis los impuestos a vuestros vasallos.
  • ¡Hecho! Si no hay prisioneros, ni guerras, no se necesitan impuestos -dijo con alegría el apesadumbrado emperador.

Y allí mismo escribió el edicto imperial anulando todos los impuestos.

  • La tercera condición la tiene que cumplir la princesa. Pedidle que venga a mostrarme exactamente lo que quiere junto al surtidor del jardín.

Así se hizo, la princesa muy contenta se acercó a la fuente pensando en poseer la deseada diadema.

  • Honorable princesa —dijo el joven- yo os haré la diadema que queráis vos; vuestro padre, el emperador, ha cumplido dos condiciones y a vos toca satisfacer la tercera para tener la diadema:

Id cogiendo vos misma las burbujas de agua y dádmelas y os haré no sólo una diadema sino los collares, brazaletes y anillos que queráis.

El emperador empezó a reír y reír y quizá todavía esté riéndose. Lo que no sé es si aún la princesa está intentando coger las burbujas de agua en el surtidor imperial para tener la diadema soñada. Espero que no. »

– Orientación didáctica:

Es preferible que el cuento sea narrado por la profesora o el profesor, es mejor que leído. Puede hacerse también a través de unas sencillas marionetas. o si hay un grupito encargado de las dramatizaciones, prepararlo con ellos y representarlo a todo el grupo.

Lo más importante es la puesta en común, el descubrir las actitudes de los personajes. Por ejemplo:

Actitud sobreprotectora del emperador, «le daba todo lo que pedía».

Actitud pasiva de la princesa, se aburría y acababa pidiendo una sinrazón.

Conclusión: las actitudes negativas generan malestar (aburrimiento, exigencias) e injusticias (imponer impuestos, castigar con la mazmorra).

Si en nuestra aula unos quieren hacer lo que sólo ellos desean, será fastidioso para los demás. Si no hay una disciplina, se tiene que llegar a imponer las cosas, a ir con exigencias en lugar de ofertas y se acaba con injusticias y castigos…

Las actitudes positivas proporcionan soluciones, pero determinan unas condiciones que debemos aceptar. El emperador y la princesa aceptaron las condiciones razonables y solucionaron su problema. Si aceptamos unas condiciones de disciplina todos lo pasaremos mejor.

Podremos sacar varias conclusiones. Todo dependerá de lo motivados que estén los alumnos.

CUENTO 2°

EL PAÍS SIN PUNTA
( Gianni Rodari )

Aspectos pedagógicos:

Objetivos que se pueden lograr:

Observar la necesidad de unas buenas normas.

Saber hallar la manera de cumplirlas.

Comprender que una buena convivencia exige el cumplimiento de unas normas y su incumplimiento, una sanción.

Material: Ninguno o preparar las escenas a base de dibujos para apoyar la narración. O simplemente dos títeres (un niño y un guardia urbano).

Desarrollo del cuento:

«Juan Trotamundos era un viajero. Viaja que viajarás llegó una vez a un pueblo donde las esquinas de las casas eran romas y los tejados de las mismas no acababan en punta sino en una especie de joroba suave y divertida. Andando por la calle había un parterre de rosas y a Juan le dio el impulso de ponerse una en el ojal. Mientras cogía la rosa, iba con cuidado de no pincharse con las espinas, pero muy pronto se dio cuenta de que aquellas espinas no tenían punta, no pinchaban, parecían de goma y hacían cosquillas en las manos.

Estaba tan entusiasmado con el descubrimiento que no advirtió la presencia de un guardia municipal que le sonreía.

  • ¿No sabe usted que está prohibido coger rosas?
  • Lo siento, no he pensado en ello.
  • En este caso pagará tan sólo media multa -dijo el guardia que con aquella sonrisa podría muy bien haber sido el hombrecillo de mantequilla que se había llevado Pinocho al País de los Juguetes.

Juan observó que el guardia escribía la multa con un lápiz sin punta, y de pronto le dice:

  • ¿Me permite ver su espada?
  • Con mucho gusto -le contestó el guardia.

Y naturalmente la espada no tenía punta.

  • ¿Pero qué país es éste? -preguntó Juanito.
  • El país sin punta -respondió el guardia con tanta amabilidad que todas sus palabras se habrían podido escribir con mayúscula.
  • ¿Cómo os las arregláis con los clavos? -preguntó Juan.
  • Los hemos suprimido hace ya tiempo. Todo lo encolamos. Y ahora, por favor, deme dos bofetadas.

Juanito abrió una boca como si se hubiese tragado la bola del mundo.

  • ¡Por Dios!, no quiero acabar en la cárcel por ultrajes a una autoridad. Las dos bofetadas en todo caso sería yo quien tendría que recibirlas y no darlas.
  • Pero aquí se hace así. Por una multa entera, cuatro bofetadas; por media multa, dos.
  • ¿Al guardia? – Sí, al guardia.
  • ¡Pero esto es injusto!, ¡es terrible!
  • Claro que es injusto y terrible. Lo es tanto -dijo el guardia- que la gente por no verse obligada a abofetear a unos pobres inocentes jamás incumplen una ley. Vamos, señor, déme las dos bofetadas y otra vez procure fijarse más en lo que hace.
  • Pero yo no quiero, ni puedo hacerlo. Si acaso le haré una caricia. – Siendo así –contestó el guardia- habré de acompañarle hasta la frontera.

Juanito, humillado, se vio obligado a abandonar el País sin Punta. Todavía hoy sueña con poder volver y poder vivir de forma más gentil, en una linda casita con el tejado sin puntas.»

Orientación didáctica:

Ya sea el cuento narrado directamente o a través de las marionetas, hay que procurar variar los tonos de voz y cuidar el diálogo.

Fácilmente llegan a la conclusión de la necesidad de unas normas, leyes o reglas. Podemos insistir en la comprensión de los castigos, que no tendrían que existir, y que sólo tienen razón de ser si uno quiere.

Resaltar la sinceridad de Juanito al reconocer su falta y que toda norma que se rompe puede ser una injusticia hacia los demás: no dejamos que haya orden, que las cosas se hagan bien, etc.

CUENTO 3°

EL LARGO SUEÑO DE LA ARDILLA

Aspectos pedagógicos:

El objetivo del cuento es que los niños capten cómo todos los seres tenemos cosas que nos gustan y otras que envidiamos en los demás. Es decir, debemos estar contentos de lo que somos, hacemos o tenemos.

Iniciarlos ya en una autoimagen positiva.

Reconocer las ventajas y desventajas de cualquier estado.

Desarrollo del cuento:

«Erase una vez que en el viejo bosque lleno de grandes y pequeños árboles vivía una familia de ardillas. La pequeña ardilla, era la chiquitina de seis hermanos. Aquella tarde de tanto nevar y nevar todo estaba como un gran pastel de nata, blanco, muy blanco. Nuestra amiga, la pequeña ardilla no sentía frío, estaba bien acurrucada en su nido junto a sus padres y hermanas. Soñaba. En el bosque seguía nevando. Ella continuaba durmiendo.

En éstas que sueña que es una yegua. Sonríe feliz, ya se ve trotando más deprisa que el viento y poniendo música al bosque con sus cascos «cataclic, catacluc……… tan suave que todos los animales del bosque quedarían boquiabiertos. Saltaría todos los obstáculos y tendría una crin larga y hermosa.

¡Oh!, ¡si fuera una yegua! pero … también tendría que llevar a la gente montada y eso debe de ser muy cansado … ¡Uf!, y arrastra carros muy cargados y eso ha de ser muy, muy cansado … ¡Ay, si fuese yegua!

La ardilla se revuelve intranquila en su camita, se gira hacia la izquierda y sigue durmiendo.

Sueña que es una tortuga. ¡Oh!, si fuese una tortuga … dormiría todo el invierno, y en verano caminaría despacito sin cansarme, comería cositas suaves, lechuga, tomates, fresas … ¡qué ricas deben ser!, y si alguna vez tuviera miedo, me podría esconder rápidamente en mi concha, dura y fuerte. Nadie podría hacerme daño, no tendría que huir ni cansarme. ¡Oh! ¡si fuese una tortuga!, pero … no podría saltar, ni correr, ni brincar, ni mover la cola ni hacer piruetas.

La ardilla se revuelve intranquila en su camita, se gira hacia la derecha y sigue durmiendo.

Sueña que es una trucha. ¡Oh!, si fuera una trucha estaría todo el día fresquita nadando en el agua. Chip, chap, chip, chap … dormiría encima de las algas, haría largos viajes por el río y llegaría hasta el mar, oiría la música de las olas y ningún cazador me apuntaría con su escopeta. ¡Oh!, ¡si fuese una trucha!, pero … nunca sentiría el calorcito del sol, y tendría que vigilar a los pescadores para que no me pescaran. ¡Ay, qué pena, si fuese una trucha!

La ardillita se revuelve intranquila en su camita, se tumba hacia la izquierda y continúa durmiendo.

Sueña que es una araña. ¡Oh, qué bien!, no tendría miedo ni de cazadores, ni de pescadores. Estaría todo el día teje que tejerás. Haría bonitas telarañas que serían trampas para cazar a las quisquillosas moscas. ¡Ah! y cuando lloviera, las gotas de agua se prenderían de mi tela haciendo hermosos collares como si fuesen perlas. Tendría nido, viviría en un árbol y me columpiaría, Zim, Zam, Zim, Zam. ¡Ay!, ¡si fuese una araña! no tendría amigas, comería siempre moscas y estaría triste cuando me rompieran la telaraña.

La ardillita inquieta en su camita, se giró a la derecha y siguió durmiendo.

Sueña que es un faisán. ¡Oh, qué maravilla!, volaría por encima de los árboles ¡Zin! ¡Zin!, volaría tan alto que vería el lomo de las nubes y no sólo su panza. Comería toda clase de granos y simientes, sabría cantar, con mis chillidos avisaría a los habitantes del bosque cuando vinieran los cazadores. ¡Ay!, ¡si fuese un faisán!, los caza­dores podría cazarme, con sus perros, se me comerían y se pondrían las plumas en sus sombreros.

La ardillita se removió nerviosa en su camita, se giró hacia la izquierda y continuó durmiendo.

Soñó que era una niña. ¡Ah!, ¡si fuera una niña! Podría correr, saltar, bailar, cantar, nadar. No tendría miedo de hombres ni de animales; no tendría frío porque llevaría bonitos jerseys de colores hechos por mi abuela para poder ir de excursión. i Oh!, ¡si fuese una niña!, pero … no podría estar todo el día en el bosque, tendría que aprender cosas, no podría saltar ni cantar siempre … No tendría cola. ¡Ah!, ¡si fuese una niña!

La ardillita se despertó esta vez y se dijo: ¡Soy una ardilla! Tengo una cabeza pequeña, unas orejas derechas, unos ojos vivos, unas patitas muy fuertes. Mi pelo es bonito, mi cola muy suave. Tengo todo el invierno para dormir, un gran bosque para jugar y muchos piñones para comer. Estoy muy contenta de ser ardilla.»

Orientación didáctica:

Con los más pequeños hasta con explicar el cuento utilizando las marionetas de palo (simples cartulinas recortadas después de haber dibujado y pintado a los animales). Terminado el cuento ayudarles a estar contentos de todo lo que tienen: unas manos para moldear plastilina, unas piernas para saltar, un cuerpo para jugar, etc…

Con los mayorcitos podemos explicarlo preparando el cuento con sombras chinas, y finalizada la explicación, entablar un diálogo induciéndoles a entender que todos no tenemos las mismas cosas o facilidades y que debemos estar contentos como somos. Sugerirles otros animales, a ver qué habilidades o cualidades de ellos nos gustarían y cuáles nos molestarían. Cada uno podría elegir un animal como su mascota, o bien cada uno de los grupos de la clase. Para trabajarlo podrían, unos y otros, haber hecho ellos mismos las marionetas.

CUENTO 4°

EL INCENDIO DE LOS ARROZALES

Aspectos pedagógicos: Destacar la valentía y la generosidad de los protagonistas. Pensar que a veces es difícil cumplir las normas de clase.

Descubrir que la convivencia con los demás nos ayuda a ser mejores.

Debemos pensar más antes de enfadarnos y no fastidiar a los compañeros.

Desarrollo del cuento:

«Había una vez un viejo que vivía en la cima de una montaña del Japón. La montaña estaba rodeada de fértiles campos sembrados de arroz. Eran los arrozales de los habitantes del pequeño pueblo que vivían entre la montaña y la pequeña playa.

Cada mañana el viejo y su nieto contemplaban el trabajo de los campesinos en sus arrozales y el ir y venir de los aldeanos por las estrechas calles.

El nieto quería aquellos arrozales y sabía que era la comida de todo el año para los aldeanos y campesinos; y siempre estaba listo para ayudar a su abuelo a abrir y cerrar las compuertas del riego.

Un día en que el arroz ya estaba maduro y el abuelo de pie en la puerta de su casa contemplaba el mar, divisó, allá en el horizonte, una especie de nube que parecía querer beberse el mar. El viejo se puso la mano en la frente para ver mejor y gritó:

  • lone, lone! Trae unos tizones encendidos —- el abuelo cogió un tizón y corrió hacia los arrozales. lone le seguía extrañado. Entonces vio horrorizado cómo lanzaba el tizón encendido en medio de los sembrados.
  • ¡Abuelo, abuelo!, ¿qué hacéis? -gritaba lone asustado, pues creía que su abuelo había perdido la cabeza.
  • Rápido, rápido, lanza otro -contestó el abuelo, mientras le cogía otro tizón y lo lanzaba muy lejos. lone, llorando, obedeció a su abuelo y lanzó el tizón encima de las espigas de arroz, porque un niño japonés siempre obedece.

Los aldeanos en cuanto vieron el fuego corrieron montaña arriba gritando: ¡Fuego, fuego!

Mayores y pequeños, hombres y mujeres todos llegaron arriba y vieron cómo se quemaban sus arrozales.

¿Cómo ha sido? -preguntaron al anciano.

Ione lloraba.

He sido yo -dijo el abuelo.

Todos rodearon al viejo y al nieto, indignados, querían pegarles.

– Mirad –se limitó a decir el abuelo, señalando el mar que ya no era azul.

Aquella mar tan calmada hacía unos momentos ahora se levantaba en unas olas monstruosas que cada vez más altas golpeaban e inundaban la aldea, unas detrás de otras.

No duró demasiado tiempo, pero sí el suficiente para que todos los aldeanos se quedaran paralizados y mudos. El pueblo había desaparecido bajo las aguas y ellos estaban salvados gracias a las ideas del abuelo de Ione.

Todos a una comenzaron a darle las gracias y a cantar llenos de alegría.»

Orientación didáctica:

Con los más pequeños resaltaremos la obediencia de Ione.

Debe de ser narrado oralmente y procurar hallar el momento idóneo u oportuno:

Una pelea sin sentido. Una desobediencia descarada.

Entre otras actividades, podríamos dibujar un arrozal con tantas espigas como buenos amigos lograron entre todos en un día.