Los niños y adolescentes víctimas de abusos sexuales tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas interpersonales y psicológicos que otros iguales de su misma edad que no han sufrido estos abusos.
La forma en que el niño percibe el abuso sexual sufrido y su adaptación al mismo va a depender, en gran medida, del apoyo que le presten sus cuidadores en el momento de producirse la revelación.
La exposición al abuso sexual infantil se relaciona con un amplio rango de consecuencias negativas a largo plazo, incluyendo tasas elevadas por estrés postraumático, trastornos de la personalidad, disfunciones sexuales, trastornos somáticos, consumo de drogas y alcohol, intentos de suicidio y autolesivos y revictimización.
La entrevista
Es necesario acosar a los niños o, de lo contrario, nunca revelarán los abusos de que han sido objeto.
El ambiente debe ser privado, informal y libre de perturbaciones y de accesorios que puedan distraer al niño.
La realización de la entrevista en los primeros momentos no sólo capta los recuerdos cuando todavía están frescos, sino que puede reducir el olvido posterior.
El profesional debe realizar la entrevista con una mente abierta y mostrarse amistoso. Debe tener en cuenta diversas hipótesis sobre lo sucedido, sin aceptar, ya de antemano, como válida la información previa a la entrevista.
El entrevistador debe recalcarle la importancia de decir la verdad y de no inventarse nada, de manera que sólo debe contar lo que realmente sucedió.
Los resultados indican que un buen procedimiento para reducir la sugestibilidad de los niños es advertir que las preguntas pueden ser difíciles y complicadas y que sólo debe responder lo que recuerde.
Como la declaración espontánea del niño en forma de recuerdo libre es más exacta (aunque menos completa) que la obtenida con preguntas específicas, se debe comenzar haciéndole preguntas abiertas/cerradas y después, una vez que haya realizado una narración libre, plantearle preguntas específicas sobre la cuestión, si se considera necesario.
La entrevista se debe grabar siempre.
El análisis de las declaraciones se realiza mediante la “Evaluación del contenido basada en criterios” (CBCA, Raskin y Esplin, 1991). Cuanto mayor sea el número de criterios presentes en la declaración más probable será que el niño esté diciendo la verdad.
La primera categoría, características generales, trata de analizar las afirmaciones en su conjunto, teniendo en cuenta los criterios de estructura lógica, producción desestructurada y cantidad de detalles.
La segunda categoría, contenidos específicos, la componen cuatro criterios: adecuación contextual, descripción de interacciones, reproducción de conversaciones y complicaciones inesperadas.
la categoría peculiaridades del contenido valora si se hace referencia explícita a detalles distintivos, emociones, asociaciones y sentimientos.
La cuarta categoría, contenidos relacionados con la motivación, se refiere a la capacidad del niño para elaborar una explicación con diversos contenidos.
Finalmente, la quinta categoría la componen diversos elementos específicos de la agresión.
Completadas las tres fases de la evaluación, se realiza una valoración global de la declaración catalogándola como “creíble”, “probablemente creíble”, “indeterminada”, “poco creíble” o “no creíble”.
Evaluación psicológica de la víctima
Es necesario evaluar la posible existencia de problemas evolutivos (de comunicación, pseudomadurez/conductas regresivas), depresión (riesgo de suicidio, sentimientos de pérdida), trastorno por estrés postraumático, experiencias disociativas, revivir experiencias, miedos (especialmente a estímulos asociados al abuso y a que se vuelvan a producir los abusos, a que salgan a la luz pública y a las represalias), culpabilidad, autolesiones, sentimientos de cólera, problemas sociales (habilidades sociales, interacción padres-niño, límites poco claros/confusión de roles en las relaciones familiares), dificultades con los iguales (conocimiento de lo sucedido y reacción de los iguales, estigmatización, retraimiento, desconfianza), trastornos del comportamiento (agresión y conducta antisocial), consumo de drogas, hiperactividad, problemas de rendimiento escolar (memoria, incapacidad de concentración), trastornos somáticos (trastornos del sueño y del apetito, pobre imagen corporal), problemas de adaptación sexual (conocimientos y creencias acerca del sexo, preocupación por la homosexualidad, conducta sexualizada), autoestima, asertividad, comprensión del significado de los sucedido (atribuciones y estilo atribucional, indefensión aprendida, creencias irracionales, sentido de la justicia), habilidades de solución de problemas y factores de estrés (futuras comparecencias en el juzgado; contacto con el agresor).
El tratamiento requiere que el terapeuta aborde las creencias y actitudes de las víctimas, sus reacciones emocionales y las respuestas conductuales.
Se ha demostrado lo apropiado de la terapia cognitivo-conductual centrada en el abuso para abordar las cuatro dinámicas traumagénicas que explican la sintomatología de la víctima (Finkelhor y Browne): sexualización traumática, estigmatización, sentimientos de impotencia y sentimientos de traición.
La terapia de grupo es una de las formas preferidas de tratamiento en el caso de los niños mayores y de los adolescentes, considerándose particularmente eficaz cuando ya ha amainado la crisis de la revelación, siendo apoyada también por el trabajo con la familia.
El programa cognitivo-conductual de dublinger y heflin para el tratamiento de los niños que han sufrido abuso sexual
Intervención con el niño
Consta de varias técnicas cognitivo-conductuales, entre las que se incluyen el modelado, el entrenamiento en habilidades de afrontamiento, la exposición gradual, el procesamiento cognitivo y afectivo y la educación sobre abuso sexual, sexualidad sana y habilidades de seguridad personal.
Habilidades de expresión emocional
El terapeuta puede iniciar el trabajo desarrollando un vocabulario para designar las emociones, primero estableciendo y luego ampliando el vocabulario emocional del niño.
Debe enseñarle a identificar sus propias emociones. Cuando ya ha tomado conciencia de sus emociones y se sienta cómodo hablando de ellas, el terapeuta puede centrarse en el desarrollo de medios apropiados para expresarlas.
De manera gradual pero intencionada, el terapeuta puede ir pasando de la discusión de los sentimientos despertados por diversas cuestiones a la discusión de las emociones relacionadas con la experiencia de abuso sexual.
Habilidades de afrontamiento cognitivo
El terapeuta debe comenzar el afrontamiento cognitivo explicándole al niño la interrelación que existe entre los pensamientos, los sentimientos y la conducta. A continuación debe explicarle que, en gran medida, podemos controlar nuestros pensamientos y, por consiguiente, nuestros sentimientos.
Cuando entienda ya que es posible pensar sobre una misma situación de distintas maneras, habría que comenzar a enseñarle la forma de cambiar los pensamientos negativos, improductivos, por otros pensamientos más optimistas que lleven a emociones más positivas.
Una vez que el niño ha desarrollado un cierto nivel de habilidad para identificar y reconocer pensamientos en general y ha llegado a sentirse más cómodo cuando se enfrenta a los recuerdos del abuso, entonces es cuando se puede comenzar a provocar pensamientos relacionados con el abuso.
Entrenamiento en habilidades de relajación
Estas habilidades les pueden proporcionar a los niños un mayor sentimiento de control sobre la ansiedad que temen van a experimentar al enfrentarse a los recuerdos del abuso.
El objetivo de la exposición gradual es ir exponiendo a la víctima de manera gradual a los pensamientos, recuerdos y otros elementos de la experiencia abusiva hasta que llegue a tolerar esos recuerdos sin experimentar un estrés emocional significativo y no tenga ya que evitarlos.
Exposición gradual, un proceso que deberá comenzar con las señales que provoquen menos miedo para ir pasando a estímulos cada vez más difíciles.
En la práctica totalidad de los casos, habría que explicar a la víctima el plan general de las sesiones de exposición gradual.
Proceso y modos de exposición gradual
Los niños abusados sexualmente a menudo parecen encontrar más fácil hablar sobre el abuso sexual en abstracto que hablar sobre su experiencia personal.
Aunque las sesiones de exposición deben ser directivas y estructuradas, el terapeuta puede ofrecer una variedad de métodos de exposición de entre los cuales elegir: las discusiones verbales, la reexperimentación con materiales de juego, utilización de productos creativos, la visualización y la exposición en vivo.
Procesamiento cognitivo y afectivo
Algunas de las áreas más comunes de las cogniciones desadaptativas que se deberían identificar y abordar en la terapia:
- Atribuciones del abuso
- Reacciones sociales
- Sexualidad
Educación sobre el abuso sexual infantil y una sexualidad sana
Además de que aprenda lo que son tocamientos sexuales inapropiados, también es importante enseñarle lo que constituye una sexualidad sana y tocamientos sexuales apropiados. Esta educación habría que planificarla con los padres.
Habilidades de seguridad personal
El entrenamiento en habilidades de seguridad personal, que se puede incluir en distintos momentos de la terapia, tiene como objetivo ayudar a los niños a identificar y responder con eficacia a tocamientos sexuales inapropiados que se puedan producir en el futuro.
La intervención con los padres no implicados en los abusos persigue un triple objetivo. En primer lugar ayudarles a afrontar sus propias reacciones emocionales, de manera que puedan apoyar mejor a sus hijos. Por otra parte, se pretende educarlos sobre la manera o maneras de iniciar y mantener una comunicación abierta con el niño acerca de la experiencia abusiva.
Se busca dotar a los padres de habilidades para el manejo del comportamiento, ayudándoles así a actuar adecuadamente con las dificultades conductuales que pueda presentar el hijo como resultado del abuso.