El término “conductas antisociales” se utiliza de forma amplia para referirse a cualquier conducta que refleje la violación de las reglas sociales y/o actos contra los demás.
Las conductas antisociales se categorizan de la forma siguiente: agresión hacia las personas o los animales, destrucción de la propiedad, engaño o robo, y violaciones serias de las reglas (APA, 2000).
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (4a edición-Texto revisado), ha creado un sistema en el que se necesita cumplir un cierto número de criterios antes de que un niño/adolescente puede ser diagnosticado con un trastorno disocial. Así:
- Un patrón de comportamiento repetitivo y persistente por el que se violan los derechos básicos de los demás o importantes reglas o normas sociales apropiadas a la edad.
- La perturbación del comportamiento causa un deterioro clínico significativo en el funcionamiento social, académico o laboral.
- Si el individuo tiene 18 o más, no satisface los criterios del trastorno antisocial de la personalidad.
El primer predictor: los niños que desarrollan síntomas del trastorno disocial antes de los seis años parecen tener un mayor riesgo de desarrollar conducta antisocial como adultos que aquellos que cumplen los criterios cuando son adolescentes. El segundo predictor se refiere a la amplitud de la conducta desviada. Los niños que muestran síntomas en la casa y en la escuela suelen correr un mayor riesgo. El tercer predictor es la frecuencia, la intensidad y la diversidad de las conductas antisociales.
Es tarea de los clínicos recoger datos de tantas fuentes como sea posible (niño, padres, escuela y comunidad) y por tantos medios como se encuentren disponibles.
Entrevistas
La primera información que un clínico obtiene será el informe de los síntomas por las personas que cuidan del niño y por el propio niño/adolescente.
Al entrevistar al niño/adolescente es importante recordar que después de una historia de conducta antisocial, se pueden haber desarrollado actitudes negativas y de oposición hacia la autoridad, haciendo muy importante el establecimiento de la relación.
Evaluación funcional de las interacciones coercitivas
Una evaluación funcional de las interacciones padres/hijo constituye la información más significativa que un clínico podría percibir[1].
Puede pedirse a los padres que lleven un diario ABC, registrando los antecedentes de la conducta, la conducta misma y las consecuencias que le siguen.
Medidas de autoinforme
“Lista de comportamientos infantiles” (Child Behavior Checklist), que tiene formato para los padres y otro para el profesor (Achenbach, 1991). La lista contiene datos normativos para edades de 4 a 18 años.
Test de inteligencia/rendimiento
Aunque un test de inteligencia o de rendimiento no ayudará en el diagnóstico, es importante que el niño pase un cribado cognitivo de modo que pueda ser colocado correctamente en los programas.
La terapia de conducta ha sido la intervención elegida en la mayoría de los tratamientos con base empírica para el trastorno disocial.
El método que se presenta aquí se centra en el programa de entrenamiento de padres de Barkley para niños desafiantes (Barkley, 1987). Los objetivos de este programa de entrenamiento incluyen “mejorar la competencia y habilidades parentales para vérselas con los problemas del comportamiento infantil, aumentar el conocimiento parental sobre las causas del comportamiento infantil inadecuado y los principios que subyacen al aprendizaje social de este comportamiento, y mejorar la aceptación por parte del niño de las órdenes y reglas dadas por los padres.
Sesión 1: Entender las causas de la conducta inadecuada del niño
El principal objetivo del clínico para esta primera sesión es educar a los padres sobre las causas de la conducta inapropiada del niño.
Barkley presenta un modelo simplificado de cuatro factores para entender las manifestaciones del niño. Dichos factores incluyen las características individuales del niño, las características de los padres, los acontecimientos ambientales estresantes y las consecuencias situacionales.
Sesión 2: Aprender a utilizar la atención de forma más eficiente
El aspecto central de esta segunda sesión es introducir un “tiempo especial” para los padres durante el cual los padres y el niño pasen de 15 a 20 minutos por día comprometidos en una actividad de juego libre, sin que los padres cuestionen, manden o critiquen al niño. Al programar este tiempo conjunto, el clínico espera mejorar la calidad de la interacción entre el niño y los padres y empezar a cambiar los patrones parentales de atención y refuerzo.
Sesión 3: Aumentar la obediencia y el trabajo independiente
El objetivo de esta sesión es simple: aumentar la aceptación de las órdenes dadas por los padres. Se programan sesiones de entrenamiento en obediencia durante las cuales los padres piden cosas relativamente simples al niño, a lo que le sigue la alabanza y la atención positiva.
Sesión 4: Poner en _práctica un sistema de economía de _ fichas
El objetivo de la sesión cuatro es disminuir la conducta perturbadora por medio de refuerzos al niño durante el tiempo de juego independiente.
Sesión 5: Utilizar procedimientos disciplinarios contingentes a la conducta
El objetivo de la sesión cinco es establecer un sistema de economía de fichas en casa, con el fin de aumentar el cumplimiento de las peticiones. Este sistema es especialmente útil con niños que tienen problemas para mantener la atención, con la impulsividad y con el autocontrol, ya que éstos son menos sensibles a la alabanza y a la atención de los padres y parecen necesitar recompensas más inmediatas.
El clínico ayuda a los padres a que detallen la economía de fichas construyendo una lista de privilegios, una lista de responsabilidades del niño, cuánto se le ha de “pagar” al niño por cada trabajo y cuánto “cobrarle” por las recompensas.
Sesión 6: Extender el tiempo fuera a otras conductas inadecuadas.
La sesión seis es la primera sesión en la que empieza la fase de “castigo” del programa. Durante esta sesión, el clínico introduce el concepto de coste de respuesta con el sistema de fichas. El clínico tiene que ayudar a los padres a crear una lista con el número de puntos o fichas que se deben retirar por el comportamiento inadecuado. Además, el clínico introduce el concepto de tiempo fuera.
Sesión 7: Revisión y ajustes del proceso
La sesión siete se utiliza para revisar los problemas encontrados al llevar a cabo el tiempo fuera y para ayudar a realizar pequeños ajustes.
Sesión 8: Mejorar comportamientos en lugares_públicos
El objetivo de la sesión ocho es ayudar a los padres a utilizar sus habilidades recién adquiridas para mejorar el comportamiento en lugares públicos. Tres pasos:
- Antes de entrar en un lugar público, los padres y el niño deberían establecer las reglas de comportamiento para ese lugar.
- Los padres deberían establecer un incentivo para el cumplimiento de las órdenes.
- Se debería establecer una respuesta disciplinaria para la falta de cumplimiento de las órdenes antes de entrar en el lugar público.
Sesión 9: Diseñar intervenciones para problemas futuros
El objetivo del paso nueve consiste en ayudar a los padres a manejar los futuros problemas de conducta que puedan surgir y prepararles para la terminación del programa.
Sesión 10: Sesión de apoyo
La última sesión se plantea normalmente como una sesión de apoyo para realizarse aproximadamente un mes después de que hayan terminado las sesiones de entrenamiento de padres.